Darle nombre a las cosas nos da una sensación de control. Si no lo ves claro, solo hace falta pensar en el estrés. Esa angustia, incomodidad, ansia y caos (mental y corporal) que las personas han sentido en muchos momentos de presión en su vida, tomó nombre en el año 1930 (hace nada) gracias a Hans Selye y, maravillosamente, a partir de ese momento manejarlo fue mucho más fácil.
No porque el estrés no existiera antes. Les aseguro que durante la Primera Guerra Mundial hubo unos cuantos millones de “estresados” y ni hablar de la época de madres de nuestras abuelas, cuando la media era de cinco hijos (ujummm, CINCO). Pero sencillamente, no tenía nombre y por lo tanto no era algo “manejable” o en lo que se invirtieran recursos.
Lo mismo ocurre con la marca personal. No es nueva, solo que ahora tiene un nombre y podemos tomar control de ella, de nuestra propia marca personal.
Hasta ahí la cosa suena fácil. Lo difícil es que crear una marca personal solida, “disfrutable” e, inclusive, rentable. Requiere un profundo autoconocimiento y una mezcla entre aceptación y renuncia que no todos estamos dispuestos a cruzar.
Conocerse es complejo, pero liberador.
La adolescencia no es tan difícil solo porque sí, lo es porque el proceso de conocerse, descubrir y decidir es una tarea titánica. Sin mencionar que todo lo tienes que hacer con la presión del ambiente y “el que dirán” de los demás.
Crear la marca personal puede parecerse a esos primeros tropiezos de autodescubrimiento que suceden en la adolescencia, pero va un paso más allá: nos permite ser entes activos en lo que otros piensan de nosotros.
Tengo cinco años dedicada a humanizar marcas, viendo como estas se personalizan para comunicarse más asertivamente, ser mejor percibidas y establecer relaciones más duraderas. Las marcas saben cómo sacar(se) el mejor provecho en cada momento.
Pero de esos cinco años tengo dos investigando y desarrollando el proceso inverso: conocer cómo ser y hacer de nosotros mismos, simples terrestres, nuestra marca favorita.
Aquí no se engaña a nadie.
Fácil no es, rápido tampoco y mucho menos definitivo. La marca personal
cambia tanto como nosotros lo hacemos, pero si alguien está interesado en trabajarla puede quedarse por aquí y prometo que traeré un recuento de mis autores favoritos sobre el tema o, mejor aun, si viven en Valencia, pueden acompañarme en
Brandsummit Academy junto al gran
David Baldoví. #Ad
Y recuerda, be your own lovemark y el estrés tiene nombre, así que se puede manejar.