Dejarlo todo y lanzarse a los mares de la marca personal o del emprendimiento, como una persona convencida de que su pasión será suficiente para lograrlo, a la que todos amarán desde el primer momento y que podrá vivir solo de aquello que disfruta… es una muy mala idea. O, mejor dicho, es muy mala idea si buscas que tu marca personal tenga objetivos financieros o si deseas seguir necesitando dinero para algo en tu vida.
No voy a decir que sea imposible, vivimos rodeados de excepciones y seguro existe algún ser que ha logrado consolidar su reputación e incluso sacar rentabilidad de ella de manera casi instantánea, logrando vivir y pagar las facturas solo por ser quien es. Seguro que existe. Pero para la mayoría de los mortales la historia no comienza así.
La idea de dejarlo todo y seguir tu sueño es bellísima en teoría pero completamente vulnerable en la práctica. Lo queramos o no, necesitamos dinero para vivir y la realidad es que cuando éste no está presente la ansiedad, las preocupaciones, el estrés y el aislamiento social son solo algunos de los síntomas.
Créeme, lo que menos necesitamos durante un proceso de exploración y construcción de marca personal es tener altos niveles de cortisol.
Y aquí, estimado lector, es cuando entra en juego el llamado trabajo puente.
Un trabajo puente es aquel (o aquellos) trabajos que realizas con el objetivo de tener la liquidez necesaria para subsistir y, si fuese necesario, para financiar algún proyecto que quieras llevar a cabo.
Ahora, aquí hay un truco. No, no es un trabajo que tienes que hacer obligado para construir en paralelo tu sueño. No. Este trabajo es parte de tu sueño.
La diferencia entre un trabajo puente y un trabajo que odias es que desde el primero no tienes una visión negativa de tu situación laboral porque, sencillamente, está trabajando a favor de tu causa, no es algo que asumes desde la resignación sino desde la intención. ¿Cuál intención? Saber que que vas utilizar esas ganancias como un vehículo para conseguir aquello que buscas.
El gancho de un trabajo puente es que transforma lo laboral, para que deje de ser un peso o una carga que nos aleja de aquello que queremos, y se convierte en un aliado que es complice de nuestro proceso de descubrimiento y de consolidación de marca personal (o emprendimiento), dándote la tranquilidad financiera que necesitas sin que tengas que poner el peso financiero en algo que ni siquiera has terminado de construir.
Un puente es una estructura que facilita que caminemos de un lado a otro sin el riesgo de lo que estamos atravesando (un río, una avenida llena de coches, un precipicio, el alquiler, las facturas de los servicios básicos…). Un puente da seguridad y economiza esfuerzos, un puente no se sale del camino, es parte del camino.
Si revisas la vida de las personas que admiras o que han consolidado su nombre, descubrirás que muchas de ellas tuvieron trabajos puentes en su camino, ¡trabajos de toda índole! que, aparentemente, nada tenían que ver con la meta que querían alcanzar, pero que fueron las bases de su economía para poder centrar sus esfuerzos en sus sueños.
Así que la próxima vez que pienses que tu vida es desgraciada porque tienes un trabajo que no te deja vivir de tu pasión, dale la vuelta y piensa si ese puede ser tu trabajo puente. Si la respuesta es no, seguro puedes conseguir uno, porque un trabajo puente no esta diseñado para ser la meta, sino para conectar el camino.
Nos leemos el próximo lunes.
Nat.
Foto de Petra Valaskova en Unsplash